domingo, 5 de febrero de 2012

Educación cubana en tiempos de reformas

Educación

Educación cubana en tiempos de reformas

La caída en picada de la calidad de la enseñanza en Cuba es un secreto a voces

Nadia García, La Habana | 11/01/2012

El Estado/Partido, que este año implementará definitivamente la política de despidos y se demora en delinear las esperadas reformas en cuanto a leyes migratorias y aumentos salariales, trata de lucir capaz y confiable en el camino de la “actualización”. A la firma de decretos-leyes se suman otras estrategias con las que persigue ganar la simpatía de un pueblo que ha tenido que aprender a no confiar. Por ejemplo, la presencia en espacios informativos de funcionarios que con mucha timidez intentan dar explicaciones coherentes.

En días pasados soportamos otra vez propagandas sobre la Campaña de Alfabetización y leemos algunas frases de aquellos brigadistas: ¡Cumplimos, Fidel, y no te defraudaremos![1]. Pero la educación, uno de los renglones que ha servido al Estado durante años para fanfarronear sobre la calidad del sistema social instaurado en Cuba, también ha comenzado a ser analizada. Hasta el pasado 17 de noviembre se dedicaron tres Mesas Redondas a esta “conquista de la Revolución”, a las que asistieron los ministros de Educación, Educación Superior y miembros de la Federación Estudiantil Universitaria y la Enseñanza Media.

Y es que la caída en picada de la calidad de la enseñanza en Cuba es un secreto a voces. Las dificultades económicas de los años noventa y las migraciones de los profesionales de la educación a sectores como el turismo y el trabajo por cuenta propia marcaron el punto de partida para la implementación de absurdas medidas de rescates en esta rama. Entre ellas la extensión del uso de medios audiovisuales en la enseñanza primaria, secundaria y preuniversitaria, un método que si bien garantizaba mínimos costos y tiempo, confundía educación con información. Otra de las desesperadas soluciones fueron los proyectos de formación rápida de docentes, con los programas de los maestros emergentes y PGI (profesores generales integrales), que terminaron por poner frente a las aulas de las escuelas primarias a adolescentes, y en las de secundaria, a jóvenes que debían impartir un mínimo de tres materias diferentes. El preuniversitario, por otra parte, ha pasado por etapas de flexibilización u obligatoriedad de los exámenes de ingreso a la Universidad, etapas en las que no han faltado sonados escándalos nacionales por pruebas desaprobadas de forma masiva.

Los ministerios de educación del país también han tenido que sumarse a la ola de reformas que demandó el VI Congreso del Partido, presionado por una insatisfacción popular que se reflejó en más de 21.383 opiniones sobre el tema[2]. Los institutos preuniversitarios que existían en el campo son trasladados a las ciudades, se tratan de recuperar los profesores especializados y para el 2012 se espera que los docentes de las secundarias estén a cargo de solo dos asignaturas afines[3].

Pero no se deben aplaudir demasiado pronto estos cambios. No solo porque la supuesta continuidad del perfeccionamiento de la educación sirve como pretexto para reducir y eliminar gastos en la esfera social, sino porque las trasformaciones educacionales solo se están concibiendo para contrarrestar los males de las gestiones económicas realizadas hasta la fecha. Los becados vuelven el seno de sus familias sobre todo para disminuir las cuotas destinadas al trasporte, la alimentación y los artículos personales, no porque de manera repentina el Estado ha comprendido el papel de la familia en la educación. Por recortar gastos hasta se pretende ajustar la educación primaria en las zonas con baja demografía, lo que nos alerta sobre un posible empeoramiento de la educación en las áreas rurales. La enseñanza superior no queda libre de recortes, la política tendrá dos aristas fundamentales: primero, abrir la matrícula solo en las carreras que demanda la economía del país como las relacionadas con la agricultura y así poder formar un mayor número de técnicos y obreros calificados. Segundo: la municipalización, que en las condiciones actuales de Cuba, donde la capital es el principal centro intelectual, se convierte una medida reaccionaria que condena a los que viviendo en el resto del país aspiran a una educación superior de calidad. Se pretende reducir también las carreras pedagógicas de nivel superior e incrementar las de nivel medio, lo que inevitablemente continuará reproduciendo la existencia de profesores sin la categoría adecuada.

El Estado busca guardase cada peso y ha sacado todas las cuentas. Los principales del Ministerio de Educación Superior nos restriegan con cinismo algunas cifras, las carreras universitarias cuentan entre 25.000 y 40.000 pesos. ¿Acaso ese dinero no lo pone el pueblo? Cambiar para ahorrar es la divisa para la educación en estos momentos, aunque ciertas cosas no cambian, ya nos lo ha dicho el Ministro Díaz Canel, uno de los principales retos es la formación política/ideológica de nuestros profesionales.

La educación cubana entra en una etapa donde le tendrá que rendir cuentas a la economía y la producción, sin desprenderse de la impuesta cultura de obediencia y sumisión que demandan las élites, dejando de lado la posibilidad de definir y emprender un proyecto cultural adecuado para la situación actual del país.

[1] ¡Cumplimos, Fidel, y no te defraudaremos!, Héctor Arturo, Granma 16/12/2011.
[2] Tabloide: Información sobre el resultado del debate de los lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución, VI. Política Social, pág. 24, mayo 2011.
[3] Cambios en la docencia para la secundaria en Cuba, (IPS), Havanatimes.org 24/6/2011.


http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/educacion-cubana-en-tiempos-de-reformas-272773

No hay comentarios:

Publicar un comentario