sábado, 25 de febrero de 2012

Hermanos al Rescate y un crimen sin castigo

Hermanos al Rescate

Hermanos al Rescate y un crimen sin castigo

A 16 años del derribo de dos avionetas civiles por aviones Migs cubanos,
continúan las interrogantes sobre lo ocurrido

Alejandro Armengol, Miami | 24/02/2012

Si condenar un crimen es un acto necesario, analizar sus causas y
consecuencias es una tarea difícil, que nos expone al peligro de la
injusticia y la duda. Dieciséis años han transcurrido del criminal
asesinato de cuatro exiliados cubanos en dos avionetas de Hermanos al
Rescate, y junto al dolor y la pena, aún hay muchas preguntas sin
respuesta sobre lo ocurrido.

Tratar al menos de definir estas interrogantes es un deber que de alguna
forma tenemos que enfrentar. ¿Resultó beneficioso o perjudicial para el
régimen de Fidel Castro el derribo de los aviones? ¿Fue un acto
irresponsable de Hermanos al Rescate, y su presidente José Basulto,
salir a volar ese día? ¿Aumentó el repudio internacional al Gobierno
cubano a consecuencias del hecho? ¿Fue correcta la respuesta de Estados
Unidos ante el crimen?

No son respuestas fáciles, porque no estamos ante un hecho simple, sino
ante un drama del que no se pueden desligar los factores humanos y
éticos. Sin embargo, tampoco hay que olvidar que las guerras no las
ganan los mártires y que las tiranías no se derrumban con víctimas, por
doloroso y triste que ello resulte.

Es iluso y de una perjudicial ceguera política negar que el ganador de
ese encuentro fue Fidel Castro. No se trató de una acción tomada en un
momento de soberbia ni de un gesto impensado, sino de una decisión
fríamente calculada, donde una vez más demostró sus conocimientos
profundos de lo que puede esperar como respuesta de Estados Unidos a sus
actos más osados.

En primer lugar, el crimen del que fueron víctimas los Hermanos colocó
de inmediato en un segundo plano la represión contra los miembros de
Concilio Cubano, la organización que en aquel momento representaba en
buena medida a la disidencia y la oposición pacífica, y de la que pocos
se acuerdan en la actualidad.

Luego, la aprobación de la Ley Helms-Burton como consecuencia del
asesinato sirvió para volver a llevar la confrontación con el régimen
cubano del terreno político al económico, y de dentro de la Isla al
plano La Habana-Miami-Estados Unidos. En sus inicios, la Helms-Burton
dio la impresión de que iba a significar el arrepentimiento de invertir
en Cuba por parte de algunas empresas extranjeras, pero con los años el
impacto de la ley, en este sentido, ha sido muy limitado. Otros
inversionistas han venido a sustituir a quienes retrocedieron o no
pudieron invertir en Cuba a consecuencia de la ley, la cual nunca ha
logrado la amplitud internacional con que amenazó en un comienzo. De
nuevo se impuso la estrategia de la acción económica contra el régimen
de Fidel Castro. Han pasado 16 años desde aquel 24 de febrero de 1996 y
se mantiene en pie la interrogante de cuántos más son necesarios para
llegar al convencimiento de que cada vez que se aplica la estrategia de
plaza sitiada se lleva la lucha al terreno más propicio para el régimen
castrista. Desde entonces, ha vuelto a ocurrir de que cada vez que
parece inmediato un acercamiento entre el Gobierno de Estados Unidos y
el de Cuba, la cúpula gobernante en la Isla hace algo para impedirlo.

A su vez, la respuesta del Gobierno norteamericano al derribo de las
avionetas no puede ser catalogada menos que de cobarde. No se trata
solamente de que los pilotos derribados fueran residentes de ese país,
tres de ellos ciudadanos estadounidenses, sino que la presidencia de
Bill Clinton dedicó todos sus esfuerzos a demostrar que el derribo
ocurrió en aguas internacionales. Si Estados Unidos demostró su
convencimiento al respecto, ¿por qué no castigó el crimen de forma más
enérgica? ¿Por qué no impidió antes las actividades de Hermanos al
Rescate si quería evitar que en algunos de estos vuelos se violara el
espacio aéreo cubano? El precario equilibrio entre neutralidad, simpatía
con la causa del exilio y miedo a una confrontación actuaron en contra
de la vida de los Hermanos. Y contrario a lo que suele pensarse, y el
propio Fidel Castro solía repetir entonces, el estrecho vínculo entre la
política nacional y la internacional de Estados Unidos respecto a Cuba
siempre ha sido aprovechado como un signo de debilidad por el régimen
cubano.

Por otra parte, desde el punto de vista de la acción política, fue un
error táctico que los aviones de Hermanos salieran a volar el 24 de
febrero, como también fue un error táctico anterior entregar
públicamente $ 2.000 para Concilio Cubano, y dar pie a otro pretexto: el
decir que Concilio estaba financiado desde Miami.

Si Hermanos desplazó su labor humanitaria a la lucha política pacifista
y a la desobediencia civil, su presidente debió tener en cuenta que el
24 de febrero no era el día más adecuado para salir con sus aviones. No
hay ninguna duda de que el Gobierno de Fidel Castro es el único
responsable por las cuatro muertes, y de que las guerras se ganan
cometiendo errores, pero lo que resulta difícil en muchas ocasiones es
reconocerlos. Las razones que ha dado Basulto para explicar el vuelo de
ese día invitan a pensar que entre sus motivaciones también estaba un
ansia de participar en una situación cuya acción se escapaba por
completo para quienes residían en Miami, un afán de protagonismo, si no
político, al menos histórico.

Ahora se contemplan retrospectivamente los hechos, y se ve cómo todos
los peones de la jugada de Fidel Castro se movieron hacia las casillas
favorables para él: doble agente listo para aparecer en el momento
oportuno y montar una operación de distracción (con pobres resultados,
es verdad, pero de cualquier manera un elemento en su favor, reforzado
por la ineficaz labor del FBI), una condena mediatizada en los
organismos internacionales, una Ley Helms-Burton repudiada por medio
mundo y un movimiento de oposición interna que requirió de un tiempo
para recuperarse del golpe recibido.

Han transcurrido 16 años. La oposición en Cuba continúa activa. Ahora
tiene un reconocimiento internacional muy superior al que se le otorgaba
en febrero de 1996. Los crímenes del régimen castrista han continuado.
También acaban de cumplirse dos años de la muerte, durante una huelga de
hambre y sed, de Orlando Zapata Tamayo. Lo que no se justifica en caso
alguno es la violencia con la que el régimen arremete contra cualquier
ciudadano, residente en la Isla, exiliado o extranjero, que de alguna
forma expresa su deseo o contribuye, aunque sea en una pequeña medida,
en cualquier intento de cambiar de forma pacífica el destino del país.
Una lucha por la democracia y los derechos humanos que por décadas se ha
realizado en condiciones sumamente difíciles, bajo una intimidación
constante y con una carencia casi absoluta de recursos.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/hermanos-al-rescate-y-un-crimen-sin-castigo-274288

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