domingo, 5 de febrero de 2012

Vivo o muerto?

¿Vivo o muerto?
Miércoles, Enero 11, 2012 | Por René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -La semana pasada fue noticia un nuevo anuncio —el enésimo— de la supuesta muerte de Fidel Castro. La falsa información, originada al parecer en un tweet, circuló con rapidez por las redes sociales. En Cuba —claro está— sólo pudieron conocerla los pocos privilegiados que tienen acceso a órganos de prensa no oficiales.

El periodiquito Granma, flamante órgano comunista, no se dio por aludido. Al parecer, los propagandistas del castrismo no se sienten tentados de divulgar noticias de ese tipo, ni siquiera para darse el gusto de desmentirlas y mofarse del “enemigo”. El rechazo provino de los blogueros castristas, cuyos engendros —una vez más— no están al alcance de los cubanos de a pie.

En esto se destacó de manera especial el publicista que emplea el improbable nombre de Yohandry Fontana, quien, en respuesta al bulo, afirmó: “Fidel Castro estudia, analiza y se ríe de las bolas de Twitter”. Contestó —pues—  como si acabara de discutir con ese personaje los detalles de su última, kilométrica y aburridísima “reflexión” intitulada “La marcha hacia el abismo” (que, contra lo que pudiera pensar cualquier individuo razonable, no es la de Cuba —reconocida por el propio Raúl Castro—, sino la de otros).

Una buena parte de la culpa por esta especulación falsa recae en el secretismo inherente al propio régimen. Pese a tratarse de una figura pública que, aunque alejada del poder real, es tildada aún de “Comandante en Jefe” y “Líder Histórico de la Revolución”, las informaciones relativas a su salud son tratadas como secretos de Estado.

Además, en este caso específico, el grueso de la culpa  debemos atribuirla a la propia prensa oficialista cubana. Digo esto porque la edición del Granma del pasado 30 de diciembre (y esto es sólo un ejemplo extremo, pues en otros números de fechas recientes se incide en el mismo vicio) dedicó casi la mitad de su reducido espacio a sucesos pasados en los que intervino el supuesto cadáver.

Es verdad que la edición de los viernes de ese periódico es menos escuálida que la de otros días, pero, de todos modos, dedicar seis páginas —de un total de dieciséis— a hacer historia, resulta francamente obsceno, máxime cuando ni siquiera se cumplía un aniversario de los sucesos narrados, que tuvieron lugar en octubre y noviembre de 1962. En un órgano de prensa normal eso sólo suele hacerse cuando la persona fallece, o cuando está agonizante, que viene a ser más o menos lo mismo.

Como queda dicho, esas supuestas informaciones (algún nombre hay que darles) datan de hace medio siglo. Ellas ocupan incluso toda la primera plana y la contraportada, y están acompañadas por fotos del fundador de la dinastía, tomadas a principios de los años sesenta del pasado siglo. Por supuesto, un reporte de prensa de esa índole resultaría impensable en otra latitud, con la segura excepción de la infortunada Corea de los Kim.

Todo esto data de la época en que el treintañero Fidel, que suponía al parecer que sería eternamente joven, tildaba de “viejo chocho” a Mao Dze-dong y afirmaba que nadie debería gobernar después de los sesenta… Sí, esa edición del 30 de diciembre del Granma resulta harto ilustrativa.

Igual que los vejetes verdes, abrumados en su senectud por la prostatitis y la disfunción eréctil, suelen alardear ante sus amigotes de las conquistas amorosas y las hazañas sexuales —reales o imaginadas— que realizaron en sus años mozos, así también los ancianitos cubanos de la nueva clase, vestidos de ese mismo color y sumergidos en los irritantes privilegios que les garantiza un régimen ineficiente, caduco y gris, hacen ostentación ante sus súbditos de las supuestas glorias escenificadas hace cincuenta años.

Si esa reseña de antigüedades es la que nos hace el Granma cuando el personaje —según afirman— aún se encuentra enteramente vivo, ¡qué no deberemos esperar para el momento en que perezca! ¡Que entonces Dios nos coja confesados!

http://www.cubanet.org/articulos/%c2%bfvivo-o-muerto/

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