miércoles, 16 de mayo de 2012

El Comandante Krishna pierde su batalla en La Habana

El Comandante Krishna pierde su batalla en La Habana
Miércoles, Mayo 16, 2012 | Por Víctor Manuel Domínguez

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Un seguidor de Karl Marx y del
hinduismo levanta campamento en La Habana. El comandante Krishna, una
especie de guerrillero urbano a contrapelo de la posmodernidad, canta y
dialoga con el público por un mundo mejor.

De acuerdo con su filosofía, sólo la austeridad y el amor nos pueden
salvar. Pero ni con sus historias mitológicas sobre las enseñanzas de
Krishna, reencarnación del dios Visnú, o Dios supremo, convenció a un
auditorio cansado de carecer.

Entre las melodías de un aire hindú que sacaba de un instrumento llamado
Hang (típico de Suiza), mezclado con un fuelle pequeño de nombre
impronunciable y un disco de bronce al que frotaba y complementaba la
musicalidad, habló de su misión en Cuba.

"Vine a traerles un mensaje de lo que se necesita para ser feliz: no
codiciar cosas materiales", expresó frente a un auditorio que se mostró
decididamente contrario a su concepción de cómo sentirse realizado en la
vida.

Nacido en Suiza, pero con una vida itinerante que lo ha llevado a la
India y a otras naciones, el autodenominado Annanda Krishna Roosli
(Comandante Krishna), dijo vivir en una comunidad sin comodidades que
ofrece un refrigerador compartido para 37 personas.

Una mujer del público que lo escuchaba con sumo interés, le contestó:
"Estoy segura que las 37 personas de su comunidad tienen algo que sacar
del único refrigerador que poseen. En el de mi casa, que sólo es para
cuatro, no hay nada que sacar".

Quienes pasaban por la calle Obispo, entre Mercaderes y Tacón, se
detenían a escuchar esa música inusual en una zona de violines y congas
sabatinas, o participaban del diálogo místico-comunista entre el músico
y los que se nucleaban a su alrededor.

En su país, Suiza, las personas viven como zombis. No se miran. Cada uno
pasa en su coche o toma el metro sin mirar al que tiene al lado. No se
comunican, existe mucha falta de interés en el prójimo, dijo Krishna en
referencia al calor humano que ha recibido en Cuba.

Una joven que se había detenido a escuchar, señaló: "En ocasiones eso es
mejor. Aquí cuando alguien te observa con interés, es porque te quiere
quitar algo para su beneficio. La solidaridad entre cubanos sólo existe
en las pancartas. En la vida real, con los extranjeros".

Sonriendo ante las respuestas que recibía, Krishna señaló que los
cubanos estaban muy descontentos porque desconocían lo que los esperaba
"del lado allá de cualquier frontera: violencia, miedo, corrupción" y un
largo etcétera.

Un señor le contestó: "Con otra intensidad y en diferente contexto, aquí
también se viven esas cosas. La única diferencia es que mientras usted
puede escoger si desea compartirlas en uno u otro país, nosotros no. Y
quisiéramos tener el derecho a elegir".

El Comandante Krishna, entre canción y canción, se lamentó ante el
improvisado auditorio de que casi todas las mujeres con las que ha
conversado en Cuba, desean abandonar el país. Nada las hace cambiar de
opinión.

Ni el panorama desolador que mostraba en sus prédicas, ni las ventajas
del amor y la austeridad sobre el consumo, lograron convencer a quienes
si decidieron escuchar su música, era sólo para variar su monótona,
aunque bulliciosa realidad.

Ante las promesas de que refugiándose en los cultos de Krishna podía
encontrarse la estabilidad, muchos contestaron que ni en los orishas ni
en Dios habían encontrado la paz. Y mucho menos en Karl Marx, cuya
doctrina los hundió.

El Comandante Krishna, decididamente derrotado en su diálogo con el
auditorio, decidió hacer lo único que le permitiría vencer: tocar sus
mágicos instrumentos frente a quienes desde hace más de medio siglo
practican por fuerza la austeridad.

vicmadomingues55@gmail.com

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