miércoles, 16 de mayo de 2012

El entierro de los C.D.R.

El entierro de los C.D.R.
Miércoles, Mayo 16, 2012 | Por Augusto Cesar San Martin

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -La organización creada por el
mismísimo Fidel Castro en 1962 para espiar al pueblo, o más bien para
que los cubanos se espiaran y delataran entre sí, y medir su lealtad
ideológica, agoniza. Los Comités de Defensa de la Revolución (C.D.R.),
han sido destruidos por el propio miedo que sembraron en la población.

A nivel de barrio, los C.D.R. quedaron abandonados en manos de
dirigentes que ostentan el cargo a conveniencia. Ante el desengaño de
los cederistas consagrados y verdaderamente leales al régimen, los
puestos claves (presidente, secretario ideológico y vigilancia) fueron
tomados por simuladores para cubrir todo tipo de ilegalidades.

La población sintió alivio. Las investigaciones que se realizan a los
ciudadanos a través de esta organización, se volvieron ineficaces. Las
verificaciones para obtener un puesto de trabajo o un viaje al exterior,
se transformaron en trueques de influencias en los barrios que se
resolvían con un soborno o un favor.

La organización perdió la fuerza coercitiva que durante décadas obligó
prácticamente a todos a los cubanos a formar parte de sus filas. El
gobierno tuvo que echar mano a otros métodos al desmoronarse la eficacia
movilizadora de los cederistas. La presión que ejercían los C.D.R para
congregar al pueblo en apoyo al gobierno, recayó en los centros de
trabajo y estudios

Mientras los cubanos preparaban el entierro de los C.D.R, el gobierno
insistió en resucitarlos y otorgarles más tiempo de vida. En otro
intento por rescatar a la organización, designó un nuevo coordinador
nacional.

Otro funcionario oportunista con la mirada sobre el hombro, mientras se
mantiene en el cargo. Una especie de desgracia social convierte a los
dirigentes nacionales de los C.D.R. en mis vecinos. Llegan promovidos
desde sus provincias y ocupan de forma transitoria los apartamentos
vacios del edificio donde resido, antigua sede de la organización. Estos
dirigentes saben que deben destacarse para lograr la casa que les
prometieron en La Habana.

El nuevo jefe no quiere quedarse atrás y trata de convertir su puesto en
el escalón para llegar al cargo de ministro, y eso requiere un buen
arrebato revolucionario.

Desde el pasado mes, en los C.D.R del país se promueve recuperar las
guardias nocturnas cederistas y las donaciones de sangre masivas. Los
dirigentes de la base tocan a la puerta de cada cubano para exigir el
compromiso con la nueva ordenanza.

A muchos no les queda remedio que acceder. Para cuidar el puesto de
trabajo o estatus social, deben acatar el dictamen. Otros piensan que
para sobrevivir en el sistema no pueden negarse abiertamente, pero se
niegan con argumentos pueriles que nadie se atrevía a utilizar en los
inicios de la organización, pues constituían pruebas irrefutables de
hostilidad hacia el proceso revolucionario. Levantarse temprano para el
trabajo, llevar los niños a la escuela, o cualquier enfermedad, todo
sirve como excusa.

Lo cierto es que en la actual coyuntura, la organización ha encontrado
negativas rotundas en la población. Algo insólito en el pasado, debido
al poder destructivo de los omnipotentes C.D.R., que podían destruir las
aspiraciones de cualquiera.

Los que han dado "el paso al frente", saben que el intento de rescate es
transitorio; que el arrebato de fervor cederista no prosperará más allá
de la política de un nuevo dirigente que trata de destacarse.

El carácter delator de la estructura que concibió Fidel Castro para los
C.D.R. fue su hecatombe. Aunque el gobierno se empeñe en mantener la
existencia de la organización, esta no funciona ya para lo que fue
concebida. Los cubanos tranquila y pasivamente se niegan a revivir al
monstruo, porque recuerdan los daños sociales que es capaz de causar el
engendro fidelista.

acesar2004@gmail.com

Tag: CDR

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