sábado, 12 de mayo de 2012

Futuro de Cuba nada en un mar de dudas

Publicado el viernes, 05.11.12

Futuro de Cuba nada en un mar de dudas
Juan O. Tamayo
jtamayo@elnuevoherald.com

¿Se está ahogando el gobierno de Cuba o está nadando bien? ¿Están
ganando o perdiendo terreno los disidentes? ¿Se dirige la economía hacia
tiempos mejores o está cayendo en picada?

Estas son sin duda versiones simplificadas de las muchas preguntas sobre
el futuro de la isla planteadas recientemente por activistas cubanos en
una serie de artículos de opinión en internet, así como en comentarios
durante conferencias y otros eventos.

En el fondo, las preguntas reflejan un debate amplio y a veces feroz que
está teniendo lugar en Cuba y en el extranjero, desencadenado por las
decisiones de Raúl Castro para tratar de aliviar algunos de los
asfixiantes controles del gobierno sobre la economía y otros sectores,
aunque nunca la política.

El bloguero y crítico del gobierno Ernesto Hernández Busto, por ejemplo,
sostiene que las aperturas, que incluyen algún aumento en la actividad
económica privada, están empujando a algunos cubanos a centrarse más en
ganancias monetarias que en cuestiones de democracia.

Algunos cubanos están "obsesionados con los bienes materiales vulgares a
los que ahora el Estado socialista les permite asomarse", escribió en el
blog Penúltimos Días. "Dudosamente, escogerán alinearse del lado de los
'radiactivos'" (grupos disidentes).

"El problema fundamental que enfrentan hoy los activistas y disidentes
cubanos no tiene que ver sólo con la Seguridad del Estado. También con
esta brecha —social, ética y hasta generacional— que el castrismo ha
conseguido ensanchar para su provecho", agregó Hernández Busto.

Los activistas opositores Antonio Rodiles Antonio y Alexis Jardines
argumentan lo contrario. La sociedad civil está floreciendo,
escribieron, y el gobierno es tan débil que se ha visto obligado a
dirigirse a la Iglesia Católica y algunos exiliados ricos en busca de ayuda.

"El régimen cubano es completamente consciente de que el tiempo no está
de su lado, el país está sumido en un inmovilismo asfixiante",
escribieron en una columna publicada en el periódico digital Diario de Cuba.

"La precaria idea de Raúl Castro consiste en sumar comunistas, católicos
y exiliados dóciles que acepten un pacto vejatorio y, a su vez,
deslegitimar la creciente sociedad civil cubana que demanda una
transición democrática", agregó la columna.

Un optimista Roberto Veiga, editor de la revista de la iglesia Espacio
Laical, predijo que, si bien sería difícil, las aperturas de Castro
darán lugar a un "país maravilloso" si los cubanos se esfuerzan en ello.

"El reajuste económico va a ser traumático", afirmó Veiga en una
conferencia el mes pasado. "Pero si logramos un modelo político
inclusivo […] podremos lograr ese país que tanto hemos añorado durante
más de dos siglos".

Varios cubanos entrevistados para esta historia dijeron, sin embargo,
que la realidad en la isla de hoy es demasiado compleja y borrosa para
simples declaraciones o predicciones contundentes.

El activista de derechos humanos Elizardo Sánchez Santa Cruz, afirmó que
la prueba de la fuerza de la oposición se ve en los crecientes niveles
de represión del gobierno, incluyendo las 1,100 detenciones por motivos
políticos en marzo, que marcaron un récord de 50 años.

Hace 25 años había tal vez unos 10 disidentes en Cuba, señaló, "y hoy
somos miles". El cálculo incluye a grupos disidentes así como
organizaciones independientes de mujeres, jóvenes, negros, blogueros,
cantantes, pintores, agricultores y todo tipo de profesionales.

Sin embargo, Sánchez reconoció que una buena parte de los cubanos se
sienten impotentes para influir en su futuro, y comparó la situación con
un juego de béisbol en el que la multitud aclama a un lado o al otro,
pero son los jugadores en el terreno quienes deciden la victoria.

De hecho, los grupos disidentes son poco conocidos dentro de Cuba y
están siendo socavados por la decisión de Castro de permitir un debate
sobre las políticas del gobierno, desde la economía a la cultura, según
Esteban Morales, economista de La Habana y miembro del Partido Comunista.

"La sociedad civil nuestra se ha agarrado de esos temas, de los que
antes la oposición pudiera haberse apropiado, y los discute con
amplitud", indicó Morales, quien como otros cubanos entrevistados para
esta nota habló por teléfono desde La Habana.

Los disidentes también han fallado en conectar con los cubanos al no
enfrentar los acuciantes problemas económicos, como la falta de
productividad, comentó Nelson Valdés, nacido en Cuba y profesor retirado
de la Universidad de Nuevo México, que se opone a las sanciones de
Estados Unidos a la isla.

Rodiles explicó a El Nuevo Herald que no son sólo los grupos disidentes,
sino todos los de la sociedad civil de la isla los que están presionando
por el cambio, a causa del deterioro que "está visible en la isla".

Ese es otro punto clave de discusión: si la vida diaria en Cuba ha
mejorado desde que Castro sucedió a su hermano Fidel en el 2006 y empezó
a aflojar algunos controles sobre la economía y la sociedad.

Castro ha permitido a los cubanos poseer teléfonos celulares y alojarse
en los hoteles que antes estaban reservados a los turistas; legalizó la
venta y compra de casas y de todos los vehículos de uso, y permitió una
expansión de pequeñas empresas, como restaurantes y salones de belleza.

Algunas tierras improductivas de propiedad estatal han sido entregadas a
agricultores privados para aumentar la producción, y Castro ha empezado
a recortar nóminas y subsidios del gobierno en áreas tales como la
libreta de racionamiento.

Morales reconoció una crisis en el transporte público —con un escaso
número de autobuses de fabricación china—, que fue mencionada por casi
todos los entrevistados para este artículo. Pero argumentó que hoy en
dia hay más alimentos y otros productos disponibles a la venta.

Sin embargo, Oscar Espinosa Chepe, un economista disidente de La Habana,
sostuvo que los precios de los alimentos subieron 20 por ciento el año
pasado, mientras que los salarios aumentaron sólo 1.5 por ciento. El
gasto público en salud y educación también se redujo significativamente,
según cifras oficiales.

Los nuevos impuestos sobre las empresas privadas son demasiado altos,
muchos cubanos que intentaron iniciar empresas se dieron por vencidos y
devolvieron sus licencias al gobierno, y las peluquerías y restaurantes
privados no son suficientes para rescatar la economía, argumentó.

Las reformas económicas han sido demasiado débiles, demasiado pocas y
demasiado lentas para un país que, según el propio Castro admitió en el
2010, estaba "al borde del precipicio", agregó Espinosa.

Otro residente de La Habana afirmó que los delitos van en aumento, así
como la violencia doméstica y el consumo excesivo de alcohol entre los
jóvenes. La corrupción entre los funcionarios que inspeccionan las
nuevas pequeñas empresas es endémica tanto como la escasez. Por ejemplo,
las farmacias del Estado en La Habana no tenían aspirinas recientemente.

"La gente está hablando de una situación desesperante", afirmó la
fuente, que pidió no ser identificada por temor a represalias del
gobierno. "Dicen que las reformas no se ajustan a las necesidades y
algunos tienen miedo de un paso atrás".

En resumen, subrayó Sánchez, "para el cubano promedio la situación de
hoy es peor que hace un año, y mis expectativas a corto y mediano plazo
no son de ninguna manera optimistas".

Espinosa reconoció que Castro ha emprendido reformas importante, que
pudieran incluso parecer ilegales bajo la actual Constitución, tales
como permitir que pequeños negocios privados contraten empleados.

Agregó que las reformas de Castro han producido solamente un limitado
sector privado que calificó como una "economía Bonsai". Y enfatizó que
los cambios están lejos de lo que se necesita para darle un viraje a la
economía cubana.

"Sí, ha habido cambios y no dudo de que habrán más", declaró Espinosa.
"Pero es necesario mucho más y mucho más rápido".

http://www.elnuevoherald.com/2012/05/11/v-fullstory/1200791/futuro-de-cuba-nada-en-un-mar.html

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