lunes, 14 de mayo de 2012

Las cosas bellas suelen ser inútiles

Las cosas bellas suelen ser inútiles
Lunes, Mayo 14, 2012 | Por Leonel Alberto P. Belette

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Casi me desmayo en medio de un
ómnibus urbano atiborrado hasta el tope –como es "normal"–, cuando para
distraerme del desagradable entorno me concentré en leer el periódico
Granma y descubrí que Cuba acababa de aparecer ubicada como el mejor
país de América Latina para ser madre. Aunque el asunto no es para
bromear, una sonrisa me vino al rostro al ver que la organización que
certificaba la lista era la ONG Save the Children.

Diez años atrás conocí a una de las representantes de esta ONG en la
Isla; una hermosa peruana, de ojos preciosos y dulces ademanes, nombrada
Ana María Béjar, a la que siempre yo repetía: "Es una lástima que no
seas una cubana más". Ana nunca entendió el piropo de este criollo que
andaba en bicicleta. Ella vivía encerrada en la misma burbuja con aire
acondicionado que envuelve a la mayoría de los representantes en la
Isla, de organismos internacionales, religiosos de abolengo, reporteros
de agencias acreditadas y embajadores de países democráticos, a los que
asesoran analistas políticos que ni siquiera entienden el español que
hablan los cubanos.

Ana vivía en un espléndido apartamento en el Vedado, a un costado del
Hotel Presidente. Tenía sirvientas y conducía un excelente todo terreno
de modelo reciente. Sus oficinas daban al Acuario Nacional, en el
elitista barrio Miramar, donde viven casi exclusivamente altos
funcionarios y extranjeros. Su salario era estratosférico comparado con
el de cualquier nacional –inclusive con el de profesionales cubanos tan
capacitados como ella, o hasta más, que ganan un dólar diario.

Aunque era divorciada no tenía que lidiar con los problemas que
enfrentan cotidianamente los padres cubanos –profesionales o no– que
tienen hijos en edad escolar: escuelas con maestros improvisados porque
los verdaderos maestros han dejado la profesión –algunos para vender
empanadas caseras–, enseñanza mediocre y politizada, violencia escolar,
la alimentación de los niños, etc.

El hijo de la funcionaria de Save the Children asistía a un Colegio
Internacional, exclusivamente para extranjeros, al que ningún niño
cubanos tenía acceso y ella misma siempre se rodeada de miembros de la
élite dictatorial propietaria del país. Indudablemente, para Ana María
Béjar, Cuba fue un lugar ideal para ser madre.

La realidad que enfrentan las madres cubanas, los padres y los mismos
niños, es cruda y tiene muy poco que ver con la que experimentó la
funcionaria durante su estancia en nuestro país. La casi totalidad de
las familias cubanas tiene que hacer malabares para brindar mínima
alimentación y cuidados a sus niños.

Para los padres cubanos, los problemas empiezan mucho antes del
nacimiento del bebé. Personalmente sufrí las terribles condiciones de
los dos hospitales obstétricos capitalinos donde nacieron mis hijos, el
González Coro (antiguo Sagrado Corazón) y el América Arias (Maternidad
de Línea). Mi primera esposa, al llegar al Sagrado Corazón, con una
crisis de presión alta y otras complicaciones de parto, debidas a una
reacción a un medicamento mal indicado, tuvo que subir las escaleras
porque no funcionaba el elevador, ni había camilleros. Durante su
estancia en el destartalado hospital –más digno de Burundi que de la
capital de una supuesta potencia médica- debí actuar como plomero,
albañil, limpiador de piso, electricista, carpintero y cerrajero en la
habitación. La alimentación dada a las madres en ese hospital materno de
la capital del "mejor país del continente para ser madre" –según Save
the Children– era peor que la de la peor prisión y, para colmo, los
propios empleados del lugar se robaban los pocos alimentos e insumos
médicos. Mi esposa y el niño se salvaron solo por la incuestionable
profesionalidad de algunos médicos.

Hospitales cayéndose a pedazos tras décadas sin reparar, y ahora sin
médicos suficientes porque miles han sido alquilados como mano de obra
de exportación a otros países, el aborto como método anticonceptivo,
estratosférico índice de divorcios, desintegración de las familias, la
prostitución como forma de subsistencia, cientos de miles de familias
hacinadas en ruinosos inmuebles debido a la crisis habitacional más
grave que haya padecido nuestro país en toda su historia, maltrato y
violencia en las escuelas, internados que pretendían sustituir el papel
de los padres en la crianza de los hijos, impedimento de salida del país
a niños para castigar a los padres que se atreven a "desertar",
incalculable cantidad de adolescentes y jóvenes muertos en el mar
tratando de escapar de esta Isla-prisión. ¿Quién quiere tener hijos en
semejantes condiciones?

Supongo que los confeccionadores de la lista de Save the Children
pensaran que las mujeres cubanas son seres muy extraños, porque en "el
mejor país de América Latina para ser madre", muy pocas quieren serlo:
la población no crece y ya somos un país de viejos y se prevé que, de no
revertirse la tendencia, seremos en menos de 20 años el país con la
población más envejecida de America Látina. ¿Cómo explica Save the
Children esta contradicción?

Al bajar del ómnibus recordé los bellos de Ana y pensé que es una
lástima que no le sirvieran para ver. Me vino a la mente una frase de
Dulce María Loynaz, en el documental Havana, de la directora checa Jana
Bokova, refiriéndose a su preciosa colección de abanicos: "Las cosas
bellas suelen ser inútiles".

Enlace al periódico Granma:
http://www.granma.cubaweb.cu/2012/05/10/interna/artic07.html

http://www.cubanet.org/articulos/las-cosas-bellas-suelen-ser-inutiles/

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