viernes, 11 de mayo de 2012

Mártir de la reconciliación?

Publicado el viernes, 05.11.12

¿Mártir de la reconciliación?
Dora Amador

Lamento mucho tener que volver a escribir sobre el cardenal cubano Jaime
Ortega Alamino. No lo puedo evitar, porque quien ahora se promociona en
los medios católicos internacionales como un mártir ver La
reconciliación entre los cubanos: el precio del martirio, de la
periodista católica española radicada en Cuba y Miami, Araceli Cantero
Guibert, publicado en Aci Prensa, Zenit, la revista de Comunión y
Liberación, Huellas, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Vida Nueva, etc.— es
un simulador que no le interesa la reconciliación, sino permanecer en la
cúpula del poder eclesial cubano y que el exilio jamás regrese a la
patria. Nos detesta.

Lo ha dejado ver en varias ocasiones, pero citaré sólo una: la
conferencia que dictó en la inauguración del X Seminario Internacional
del Programa Diálogo con Cuba, que se celebró del 19 al 23 de febrero de
2011 en la Casa San Juan María Vianney, en La Habana. Este programa es
patrocinado por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania) y la
Iglesia Católica en Cuba. La coordinación del seminario estuvo a cargo
de la revista Espacio Laical, que publicó las ponencias. El tema de ese
año fue "Sociedad y espiritualidad en el mundo actual. Un diálogo con la
Iglesia Católica en Cuba". Cito al cardenal Ortega y ruego lean
cuidadosamente sus palabras:

"Esta actitud reconciliadora, que incluye a menudo el perdón y siempre
la comprensión, es relativamente más fácil de practicar para quienes han
permanecido en Cuba. Los que estamos aquí tratamos concretamente con
personas, vemos los hechos positivos o negativos, pero captamos mucho
más el sentido evolutivo de nuestra historia. Quienes partieron de Cuba,
lidian con nombres, con recuerdos, carecen de la inmediatez y de la
vivencia evolutiva de quien ve pasar ante él la historia en la cual, de
un modo u otro, también participa".

"Tiene que haber una gran capacidad de comprensión para quien mira desde
fuera aún con interés y con amor, los acontecimientos de Cuba, pues
necesita un grado mayor de penetración en la realidad que requiere un
esfuerzo añadido".

Esto es un insulto a los cubanos de la diáspora. Según él, la cuasi
imposibilidad de reconciliación radica en nosotros, los que nos fuimos,
porque lidiamos sólo con nombres y recuerdos, no con personas, como
ellos en Cuba; vemos como espectadores pasar la historia sin participar
en ella, no tenemos perspectiva ni entendimiento y parece que tampoco
voluntad para reconciliarnos: vivimos entre sombras del pasado. Sin
embargo, los que han permanecido en Cuba se reconcilian o reconciliarán
con mucha facilidad, insinúa él.

No sé cuán fácil será la reconciliación entre los que allá permanecen,
al fragor de actos de repudio, golpizas, detenciones violentas, sin
contar las bajezas y traiciones de amigos incluso, como en la Stasi
alemana, que muchos esbirros han cometido contra ciudadanos sin poder,
los pobres desamparados que guardan en un lugar muy doloroso de su
memoria lo que le hicieron, lo que le hacen y les es imposible perdonar
ni olvidar y aguardan el día de la venganza. Quiera Dios que no. El mal,
enquistado en Cuba por más de medio ha hecho mucho daño en nuestro país
–perdone el Cardenal, pero Cuba también es mi país, y volveré con los
mismos derechos que los que se quedaron, aunque haya estado ausente
todos estos años–, y se necesita mucha oración, mucha fe y mucha buena
voluntad para salvar a Cuba.

No tengo duda alguna de que yo y muchos cubanos de la diáspora que nos
dedicamos con el corazón lleno de amor a la patria, a la denuncia de la
represión y las injusticias, y la búsqueda de la libertad y la
democracia para Cuba, conocemos más los anhelos, las luchas, el
sufrimiento de los cubanos de allá que el Cardenal. Nosotros somos todos
hermanos de causa, Su Eminencia no.

No tengo duda que yo y muchos cubanos de la diáspora que nos dedicamos
con el corazón a la la denuncia de la represión y las injusticias, a la
búsqueda de la libertad de Cuba, conocemos más los anhelos, las luchas y
el sufrimiento de los cubanos de allá que el cardenal. Nosotros somos
todos hermanos de causa. Jaime no es de esta causa, la suya es tener las
mejores relaciones Iglesia-Estado. Pero como dijo Oswaldo Payá Sardiñas:
quien acepta las reglas del opresor para mantener buenas relaciones con
el régimen, se hace cómplice de la opresión.

http://www.elnuevoherald.com/2012/05/11/1200071/dora-amador-martir-de-la-reconciliacion.html

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